Cuando con los primeros días de MAYO la estación, ya en plena juventud madura, consciente, se adentra en nuestros hogares inundándolos de esa sin par fragancia procedente de los campos, La Palma se dispone a celebrar sus tradicionales fiestas Cruceras, expresión secular de un pueblo identificado con la exaltación del símbolo de la cristiandad.
Así, las fiestas de las Cruces de Mayo en La Palma, como todo lo que con carácter popular se ha ido enraizando a través de muchos años de existencia, es un conglomerado de factores que solo se puede definir como tal conjunto. Lo contrario, o sea, la calificación de factores parciales, o el juicio superficial de las mismas puede llevarnos a error.
Las Fiesas de las Cruces son una explosión de colorido, de alegría, de cada vez más sana rivalidad y también es parte de fe. Estas tierras han tomado la Cruz como motivo de celebración, pero no una Cruz llena de dolor, símbolo del sufrimiento de Cristo y de su muerte, sino una Cruz Gloriosa, esperanza de la resurrección y triunfo del Cristianismo. Una Cruz alegre, en definitiva.